Son imágenes impactantes, brutales, sobrecogedoras.  (Ver video). Fueron grabadas en un parvulario egipcio dirigido por los Hermanos Musulmanes y en ella se ve cómo un cobarde maestro golpea sin piedad y por puro placer a niños de entre 4 y 7 años, sin ninguna razón.

El docente, definido por sus compañeros como un piadoso musulmán, ojea de forma soslayada los cuadernos que le entregan los niños para, a continuación, emprenderla a golpes con ellos,  utilizando un palo de madera y hasta las manos. Especialmente duro es ver a la bestia islámica ensañándose con una aterrorizada niña, a la que golpea y zarandea con saña vesánica.

Este es el modelo educativo vigente en la mayoría de sociedades islámicas, donde el respeto a la dignidad de las personas literalmente no existe ni ha existido nunca. Pero no nos engañemos. Éste no es un caso ni mucho menos aislado. Este maestro egipcio puede actuar de forma tan salvaje y criminal gracias a la complicidad de las autoridades de su país y al vergonzoso y permanente silencio de UNICEF ante las atrocidades que sufren los niños islámicos por parte de los cobardes islamistas y sus aberrantes métodos educativos. No pensemos que casos como éste nos pillan demasiado lejos. En el Reino Unido existen ya escuelas coránicas donde esos mismos métodos violentos se han convertido en norma. La desventaja para los niños es que estos casos, al ser denunciados, se camuflan siempre como injerencias islamófobas. Así que los políticos, los policías y los jueces, a callar.

La corrección política en la vieja Europa se ha convertido en una siniestra estrategia para enmascarar los efectos negativos de la inmigración musulmana y de la multiculturalidad.

La complicidad de las democracias liberales muestra hasta qué punto la enfermedad de la ideología multicultural (es decir, la falsa idea de que todas las culturas son moralmente iguales), se extiende sin freno por Occidente. Los síntomas son tan atroces como los contemplados en las imágenes del video.

En Londres, el profesor Gary Smith fue brutalmente golpeado por sus alumnos musulmanes por defender la presencia de estudiantes de los dos sexos en las mismas aulas. De forma insólita, las feministas londinenses se posicionaron en contra del profesor, al que acusaron de intolerante y de tener una visión integrista del cristianismo (sic). Lo que hoy se extiende por la enseñanza, mañana afectará a otros colectivos que permanecen amnésicos en la errónea creencia de que el problema no les tocará nunca a ellos. ¿Recuerdan la reflexión de Bertolt Brecht cuando la amenaza nazi se hallaba aún en su estado embrionario? Pues lo mismo.

El distrito de Tower Hamlets amaneció hace poco empapelado con carteles que lo declaraban “zona libre de homosexuales”. Allí las mujeres, tanto musulmanas como inglesas autóctonas, tienen prohibido salir a la calle sin el recatamiento que exige el islam. Policías, políticos y feministas miran para otro lado. “No son nuestros enemigos, son nuestros electores”, declaraba cínicamente un concejal laborista.

Si hoy viviera Brecht , trasladaría sus antiguas reflexiones al momento político que vive Europa. En relación con el islam estamos como en la Alemania de los años 30, viendo cómo el enemigo totalitario, que era el nazismo, crecía y crecía sin que casi nadie quisiera hacerle frente. El terrorismo islámico se salda con miles de muertos y aún pensamos que es un asunto ajeno a nosotros.

En pleno siglo XXI, el representante de una religión que vulnera los derechos fundamentales de las personas no puede ser legalmente aceptado, por mucho que la Constitución masónica del 78 sostenga lo contrario. No podemos seguir ignorando una realidad cada vez más amenazadora porque hayan intereses económicos y políticos en juego vinculados a la casta que nos dirige. Lo que cuenta es que Occidente no deje de serlo. Y que imágenes como la del maetro egipcio no la tengan que sufrir en carne propia nuestros propios hijos en un futuro cada día vez incierto. O nosotros o la Bestia. Esa y no otra es la elección.