Roma no paga a los traidores
Presionado por Bruselas, el Gobierno ha anunciado, entre otras cosas, que privatizará el 30% de las Loterías del Estado. Una mala noticia para todos los españoles. Tradicionalmente, el Estado ha venido utilizando esas “loterías” para financiar una parte de su gasto. ¿Qué significa esto? Pues que lo que deje de recaudar Hacienda a través de las loterías, tendrá que hacerlo a través de impuestos, ya sean éstos directos o indirectos. Prepárense los de siempre: pequeños empresarios, autónomos, asalariados y… consumidores en general.
Las que sí saldrán beneficiadas, serán las llamadas “casas de apuestas” británicas que ya se frotan las manos ante la perspectiva de poder meter sus hocicos en este boyante negocio de las Loterías del Estado.
Como de costumbre, esto se ha vendido al gran público como algo “bueno”. Pero ¿lo es? Desde la irrupción de estas casas de apuestas, la recaudación de las quinielas del fútbol ha descendido considerablemente. Recordemos que una parte de lo que se recauda a través de esas quinielas sirve para financiar a los clubes de fútbol, auténticos generadores del negocio y del espectáculo del balompié. De ahí, tal vez, la inquietud entre diversos clubes que empiezan a verle las puntiagudas orejas al lobo de unos ingresos cada vez más magros.
La notica es mala por muchas razones, y en el PP deberían abstenerse de jalear como palmeros las insidias y ataques que se están lanzando contra España desde Bruselas, pero también desde Berlín. Son ataques contra España, no contra Zapatero. No nos confundamos.
No caigamos en el eterno error de hacer causa común con extranjeros que han demostrado sobradamente su aversión hacia España, con independencia de quien ocupe La Moncloa. Y digo esto porque, presumiblemente muy pronto, don Mariano Rajoy tendrá que lidiar con los mismos problemas que ahora le toca capear a Zapatero. Y, a la vista está cómo le han “recompensado” a Zp su “europeísmo” en el duro corazón de Europa al cual iba a devolvernos: con un soberano desprecio.
Conviene no repetir el error de pensar que en Bruselas, o en Berlín, tenemos amigos. Ángela Merkel no es nuestra amiga, Obama no es un “compañero” socialista del “clan de la tortilla” y Mohamed VI no es “primo” del rey.
Recordemos, ahora que parece estar de moda hacerlo, aquella célebre sentencia pronunciada por el cónsul romano a los renegados que habían traicionado a Viriato: “Roma no paga a los traidores”.
No hagamos causa común con ningún mandatario extranjero, para atacar a la otra media España. Sea quien sea el que ocupe La Moncloa. No nos pongamos del lado de romanos ni de cartagineses, pues los dos persiguen lo mismo: someternos y esclavizarnos en su provecho.