La maldición del museo de cera
Según ciertas fuentes , parece ser que momentáneamente, Iñaki Urdangarín, esposo del la Infanta Cristina y cariñosamente apodado “Hurtangarín el sordo”, seguirá expuesto en el Museo de Cera, pero no ya en el espacio ocupado por la Familia Real sino trasladado al “área de deportes” y con vestimenta más informal junto a Casillas, Iniesta, Villa, Indurain…
Años atrás, la egregia institución, decidió algo similar con el exduque de Lugo cuando anunció su separación conyugal de la Infanta Elena. En principio y para salir del paso, no encontrándole lugar adecuado en el Museo donde emplazarlo, fue trasladado a la “sala taurina” por su afición a los toros.
Si bien posteriormente, al materializarse el divorcio, fue sacado en carretilla, a la luz del día y ampliamente fotografiado de la galería para enviarlo a un almacén donde va a parar todo aquello que estorba o carece de interés… Fue muy cuestionada esta decisión ya que la única maldad de Marichalar para el gran público, ya desposeido del ducado, era exhibirse con pantalones a cuadros de última moda y pasearse ocasionalmente en patinete por la calle Serrano de Madrid.
En opinión de muchos ciudadanos, entre entendidos y mal pensados sobre estos temas, el Rey ya disponía de voluminosa información sobre las aventuras y desventuras de su yerno, gran aficionado a los “Business” oscurillos y una ambición sin límites. Obviamente, de no ser de esta guisa, el duque consorte, jamás habría sido separado de la familia, ni considerada su conducta como “no ejemplar”. Resumiendo, que al presunto prenda, a estas alturas ya no hay por donde cogerlo y ahora, lo que se pretende, es disfrazar el muñeco lo mejor posible y ver de que manera, la más discreta posible, se pueden desprender del muerto. Si existiese la más mínima posibilidad de defender su inocencia, habría sido apoyado y justificado con todos los medios a su alcance que no son pocos.
Nadie se sabe de donde procede, aunque se le adjudica a Tomac de Varelokivich, la existencia de una maldición, consistente en que todo aquel que es cambiado de lugar en un Museo de Cera, suele terminar en paradero desconocido y condenado a un futuro nada envidiable….Claro que tratándose de una leyenda, cada cual es muy libre de creer lo que le apetezca pero sin olvidar aquello de que “no hay dos sin tres”. ¿Quién será el próximo-a?
Por el momento, los únicos que se están beneficiando con la movida es el mencionado y popular Museo, octavo lugar más visitado en Madrid en el año 2010 (304.000 personas a 16 euros), cuyo número se habrá incrementando con la publicidad gratuita que le están proporcionando los medios de comunicación con los “traslados ducales”.