Algo empieza a cambiar en la actitud de la sufrida clase media catalana ante el buenismo de las administraciones con la inmigración parásita. Espoleados por la crisis, muchos catalanes dicen “basta” a que los recursos públicos tengan como destinatarios a quienes supuestamente vinieron a España a trabajar y a cotizar.

Disuadidos por el tripartito de cualquier esfuerzo para ganarse el sustento diario, la mayoría de los inmigrantes residentes en Cataluña optó por la opción del “gratis total”. De entre ellos, los marroquíes son con diferencia los más voraces. No le hacen asco a nada con tal de que les salga gratis. Nada se les negó durante años: desde ayudas sociales a casas de protección oficial, desde plazas escolares a atención médica gratuita. Para qué trabajar si podían acceder gratuitamente a los mismos servicios públicos que cualquier trabajador autóctono.

Aurora Blázquez, vecina de Tarrasa y actualmente en paro, nos cuenta lo ocurrido ayer en una sucursal del banco de Sabadell de esa localidad. Mientras hacía cola ante la ventanilla del banco, junto a una docena de clientes, observó cómo un marroquí de aproximadamente 25 años exigía a una empleada de la sucursal un anticipo de la ayuda que recibe cada mes. Al parecer, se trata ésta de una práctica habitual ante la que los bancos cedían una y otra vez para evitar altercados.  

En esta ocasión, sin embargo, el gozo del moro en un pozo. De forma expeditiva, la empleada del Sabadell se negó a hacer efectivo el anticipo. Según dijo, el banco había extendido una circular a todas sus oficinas en Cataluña prohibiendo los adelantos a los extranjeros receptores de ayudas sociales en dinero. Incluso, según dijo, la dirección de la entidad financiera amenaza con el despido al empleado que ceda a las artes lastimeras de estos pedigüeños profesionales.

Sin atender a razones, el moro exigió el anticipo a viva voz, amenazando con denunciar al banco ante los servicios sociales del Ayuntamiento, en manos de la izquierda y los nacionalistas. “No sé qué mierda está pasando en España con nosotros”, espetó el africano en la fase álgida de su acaloramiento. La respuesta se la dió no la empleada del banco sino la propia Aurora Blázquez: “Pues que estamos ya hartos de todos vosotros y de que hayáis venido a este país a chuparnos la sangre”.

Inesperadamente, el resto de los clientes secundaron a Blázquez y advirtieron al magrebí que, si no salía del banco por su propio pie, se encargarían ellos de echarle “a patadas”. Acaso haya sido la primera vez que Cataluña registra un caso de rebelión espontánea ciudadana contra este saqueo del que está siendo víctima por parte de inmigrantes y representantes políticos de la casta.

Cariacontecido ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el moro pidió que se le diera de baja inmediata como cliente. “¡Con mucho gusto!”, le respondió la empleada del banco, entre la aprobación de los clientes.

“¿Serán éstos los primeros brotes verdes del fín del saqueo de nuestras arcas?”, se pregunta Aurora Blázquez en la carta enviada a nuestra redacción.