Presunta y descontrolada ambición
A tenor de las declaraciones efectuadas por Iñaki Urdangarin hasta el momento ante el juez , solo se deduce que su intervención en el Instituto Nóos, Aizoon y restantes empresas de la trama, se limitaba a ejercer de figura decorativa, alegando total ignorancia en torno a los enjuagues efectuados por el administrador de las sociedades Diego Torres.
Es decir, que la única misión de “Hurtangarín” como jocosamente es apodado en ciertos círculos, consistía en prestar su imagen de dos metros, sonreír, ejercer de yernísimo real, duque de Palma por su boda con la Infanta Doña Cristina y tratar de embaucar a instituciones y empresarios con sus maravillosos patrocinazgos “sin ánimo de lucro”.
En su primera comparecencia y siguientes, el Duque de Palma accedió a pié a la sede judicial, pretendiendo demostrar que había medido y preparado bien sus pasos, ofreciendo una postura de persona valiente e inocente. El pararse ante los medios para contarles que sus actuaciones han sido “correctas y transparentes”, formaba parte de la pantomima urdida por sus asesores a sabiendas de que al día siguiente, tanto el paseo como las declaraciones aparecerían en la prensa y televisiones de medio mundo.
El haber reconocido ante el juez que en el año 2006 don Juan Carlos le recomendó apartarse de los negocios, no aporta nada nuevo a sus favor sino todo lo contrario al haber desoido sus sabios consejos. En cuanto al empeño de desvincular la Infanta Cristina, adjudicándole el papel de “maceta testimonial”, supone una total desconsideración hacia una persona inteligente, universitaria y trabajadora en una entidad bancaria hace más de 20 años.
Sobre la difundida noticia referida a que el Gobierno estudia una fórmula legal para que los miembros de la Casa Real tengan la consideración de “aforados”, resulta aberrante y menos en unos momentos como los actuales, en que se está cuestionando a uno de sus miembros. Los reyes, hijos y sus consortes, por su especial condición y cometido social, deben ser ejemplo de transparencia en todos sus comportamientos. El que se aluda ahora a un posible aforamiento es algo que choca frontalmente contra la inteligencia cuando precisamente se está demandando la desaparición de tal privilegio.
Con independencia del crterio jurídico de los jueces sobre la actuación de los imputados y sus consecuencias, para una gran parte de los ciudadanos supone una desmedida ambición muy mal gestionada por parte de Urdangarín, a sabiendas de que solamente por su boda con la Infanta Cristina y ser yerno del Rey de España ha tenido acceso a ciertas instancias, ejercitando torpemente influencias que le han proporcionado una posición privilegiada que jamás había imaginado.
Convendría recordar ahora las imágenes del ex duque de Lugo, siendo sacado con todo escarnio en carretilla, a la luz del día, del museo de cera con gran despliegue fotográfico que apareció en toda la prensa, cuyo único delito y posterior divorcio, al parecer , fue la incompatibilidad de caracteres. Cabría preguntarse ahora de que forma habría que desalojar de dicho museo al todavía Duque de Palma..¿A patadas y con cámaras?
La mal llamada “pena del telediario” ya no tiene solución. El sufrimiento de Don Juan Carlos y Doña Sofía supone una amargura inmensa que vienen padeciendo desde hace varios meses, con independencia del posible juicio y la correspondiente sentencia. Por mucho que se esfuercen sus asesores que ya comienzan a cometer fallos y respetando la presunción de inocencia que le asiste a todo ciudadano, será muy dificil que el examigo y exsocio de Urdangarín, Diego Torres, esté dispuesto a asumir todo el marrón, exculpando totalmente al duque. Lo lógico es que su testimonio sea demoledor para tratar de repartir culpabilidades…
Posiblemente lo mejor para Urdangarín sería salir lo mejor parado del jucio, lograr la mejor de las sentencias y desaparecer durante unos cuantos años del país, lo más lejos posible, como por ejemplo a La Patagonia.
Es muy triste admitir que con la crítica situación que estamos soportando en España, se dediquen miles de de páginas en los periódicos a otro caso más de posible corrupción, con el agravante de que en esta ocasión roza la honorabilidad de la familia Real. ¡Que asco!