Boadella llama “payasito” y “vividor” al director de Polònia
El dramaturgo Albert Boadella, en un apunte en su blog, critica que “en los últimos tiempos se ha ido propagando en Cataluña, muy especialmente en radios y televisiones, un subproducto del humor al que algunos denominamos los ‘payasitos'”.
“Los hay, como el famoso Toni Soler, que plagian sin ningún recato situaciones de nuestras incursiones de juventud en TVE con series como ‘Som Una Maravella’, ‘Ya Semos Europeos’, ‘Orden Especial’ o ‘Vaya Día'”, recuerda.
Baodella defiende el derecho a copiar, pese a que el “problema es cuando la copia no es ya la obra del aprendiz sino de un vividor que prostituye expresamente la substancia del original para aprovecharse de las formas y pervertirlas en sentido contrario”.
“Quizás solo se trata de una cuestión ética pero los asuntos que se dirimen en público hacen de este detalle moral algo muy relevante. En resumen, nos encontramos, en este caso concreto, que entre original y copia la distancia es abismal”, añade.
“A diferencia de los payasitos de Soler, y tantos otros, nuestras apariciones televisivas no estaban reprimidas por ninguna forma de presión política u autocensura, tal como ha venido sucediendo posteriormente en los medios. Jamás el interés comercial del producto primó por encima de la calidad del mismo”, reivindica.
“Los payasitos actuales lo han inundado todo de una execrable e interesada tontería comercial, la cual se expresa siempre parapetada detrás del régimen nacionalista al que rinden servicio satírico, con especial presteza, cuando este apunta hacia algún enemigo común”, indica.
“Como es previsible, la dirección del envite acostumbra a ser machaconamente en la misma diana y a cambio del servicio patrio se les permiten pequeñas guasas sobre el régimen que les ayudan a publicitarse un envoltorio de independencia ante el poder”, denuncia.
“Una pátina de libertad imprescindible para encubrir todo sistema que busca el pensamiento único. En sus productos, la forma, por muy ingeniosa que pueda parecer rezuma vileza porque la broma tampoco es un salvoconducto de impunidad moral”, añade.
“Sin embargo, hay que reconocerle al asunto de los payasitos el poder de contagio que ha tenido esta clase de vileza. El resultado es que estos graciosillos no solo han invadido los espacios del supuesto humor sino que han proliferado en forma de presentadores y entrevistadores que se apuntan al tonillo del je, je, ji, ji con el fin de pasar frívolamente sobre cualquier tema por grave o trascendente que pueda ser”, lamenta.
“En definitiva, una prueba más del proceso de cretinización regional cuyo éxito está a la vista de todo aquel que lo disfruta con la convicción previa de que Madrid nos roba”, concluye.