El cambio andaluz
Se ha iniciado la cuenta atrás. Faltan dos semanas para que los andaluces hablemos en las urnas, para que decidamos nuestro destino, para que expresemos nuestros principios. Podemos elegir entre continuar con los tristísimos niveles de paro o dar una oportunidad a políticas distintas. Podemos mantener a los corruptos o apostar por la ética y la honradez.
Esa ética que hace unos días supimos incompatible con ciertas tareas del gobierno andaluz. La frase de la presidenta de Invercaria me resultó demoledora y dura. No se trata ya de poseer una moral laxa y relajada. Se trata exactamente de carecer de ella. Cuando se defiende que “si me comprometiera con la ética, no podría seguir en esta organización”, nos encontramos en un punto de inflexión ante la historia y ante nosotros mismos. No fallemos esta vez.
La afirmación indica que el momento que vivimos es peligroso, que es urgente reaccionar y cambiar el curso de estos acontecimientos. Nos da a entender que el gobierno andaluz es una trama, una organización que además obliga a dejar atrás la honestidad como requisito imprescindible para funcionar. Nos encontraríamos frente a un sistema o estructura que se nutre de la corrupción y que con ella se ha fortalecido día a día de la manera más natural.
Ha nacido una nueva generación acunada por el socialismo andaluz que pretende asegurar la pervivencia del sistema corrupto más allá del paso del tiempo y de los históricos líderes de siempre. La presidenta de Invercaria y otros jóvenes, cómodos con la maquinaria que los beneficia, están dispuestos a afianzarla para enriquecer a sus afines, para comprar voluntades y acallar las conciencias. El mismo sistema es a la vez tan sectario que sólo alimenta a los suyos, pero así logra asegurarse fidelidades eternas.
Por sectarismo se ha castigado y agraviado impunemente a personas, colectivos y a ciudades enteras. Como Málaga. Como Fuengirola. Se han cercenado de raíz sus proyectos, sus ilusiones y sus ambiciones de futuro. Sin más consideración. Pero con un motivo: sólo hay alimento para los que pertenecen a la organización, la protegen y la sirven.
Por eso las elecciones del 25 de marzo no son como las demás. Es imprescindible nuestra respuesta contundente y clara rechazando la complicidad permisiva que nos solicitan en las urnas. Estas elecciones son una cuestión de principios. Necesitan del respeto y del amor a nuestra tierra en cantidad suficiente para dejar claro el rechazo a conductas que la ofenden y la hieren gravemente.
Todos nos jugamos mucho. Andalucía se juega elegir la permanencia de un modelo de corrupción vitalicio o la instauración de la decencia. No debemos ser noticia sólo por los escándalos. Ya es hora de que comience una nueva etapa que la convierta en referente de activación económica, de creación de empleo, de educación de calidad, de igualdad de salarios entre hombres y mujeres. Es hora de iniciar una senda de progreso que deje en el pasado la pobreza material de la sociedad que, en este caso, es un reflejo de la pobreza moral de sus gobernantes.
Por eso la esperanza del cambio ha crecido en Andalucía. Son muchos los que no dudan de esa imperiosa necesidad. La izquierda llamada unida pretende convencer repitiendo sus intenciones de moralizar la vida política, pero ya han ofrecido sus escaños traicioneros que apuntalarían la misma estructura corrupta que nos ha conducido a esta situación.
Por todas estas razones, comprendo que la apatía se haya instalado en el interior de muchos andaluces, que se haya terminado con la confianza imprescindible para participar en un proceso electoral. Pero no nos dejemos confundir. No olvidemos que la Justicia está actuando contra esta estructura indecente para castigar a los culpables de tanto mal. Precisamente, esta madrugada, la juez que instruye el caso ha decretado la entrada en prisión del ex director general de Trabajo, Javier Guerrero.
La nueva etapa puede comenzar en dos semanas. Es el momento de las personas que creen firmemente en las posibilidades de Andalucía. Es el momento del gobierno del cambio.
*Alcaldesa de Fuengirola y candidata número 1 del PP al Parlamento de Andalucía por Málaga.
El cambio… para seguir igual.
pues sigue comiendote los mocos jilipoyas