Pateras “a la vista” e islamistas en tierra firme
Las pateras que cruzan el estrecho y que llegan a nuestras costas andaluzas, siguen sin parar y más a partir de cuando haga mejor tiempo en nuestras aguas mediterráneas. En las últimas semanas a la costa de Motril y limítrofes han llegado cientos de subsaharianos y de otras nacionalidades del norte de África. La última que ha sido “interceptada” el 31 de Marzo pasado con 93 indocumentados a bordo. La “invasión de pateras” ha sido constante en los últimos años. Así Cruz Roja de Motril, en su informe anual de 2011, reseña que han atendido al doble de inmigrantes que llegan “jugándose su vida” a nuestras costas durante ese año.
La inmigración clandestina o irregular, sigue creciendo al efecto llamada de otros indocumentados que ya tenemos en nuestras ciudades, que incluso se juegan su propia vida por llegar a la “tierra prometida”. Esas modestas y frágiles embarcaciones con las que la inmigración indocumentada o “sin papeles” que mana de Marruecos vienen cruzando desde hace años el Estrecho de Gibraltar. Con ellas, esta migración desdichada trata de salvar la corta distancia que le separa de España y el “sueño europeo”, arriesgando la vida en el intento. De hecho, puede que tres, de cada diez, consigan burlar la vigilancia y entrar en España. Los actores de este drama son los cientos de miles de marroquíes y subsaharianos que intentan, o lo han hecho ya, cruzar el Estrecho de forma ilegal anualmente.
También son importantes actores las mafias que explotan este tráfico humano en Marruecos. La inmigración se ha convertido en la principal fuente de ingresos de Marruecos, por el envío de divisas a dicho país por compatriotas que están en el mercado laboral irregularmente e incluso “disfrutan” de nuestro “Estado del Bienestar” y por lo que cobran las mafias a éstos “pasajeros”, así como aprovechando las rutas parta el tráfico de drogas. Mientras que para España resulta un grave problema social Leí en cierta ocasión que Mohamed VI declaraba con cierta “cara dura” a un diario “la falta de medios” y la “responsabilidad compartida”, distinguiendo entre mafias ricas y mafias pobres, y acusando a España de haberles dado la doble nacionalidad a sus “súbditos”. Admitía sin rodeos que había mafias en Marruecos que viven de la emigración clandestina y del tráfico de drogas, aunque a su real entender “en España también hay mafias y son más ricas que en Marruecos”.
En cuanto a los traficantes de drogas marroquíes aseguraba que “tienen pasaportes españoles y cuentas bancarias en España. Y un alto responsable de su gobierno declaraba “que no somos nosotros los que les hemos concedido la doble nacionalidad”. Adujo, para mayor gloria para su Rey, que la Ley de Extranjería española en lugar de impedir el “efecto llamada” de la inmigración ilegal lo había incrementado, y que la Ley del Menor atrae a los jóvenes menores de 18 años en la medida que éstos no pueden ser devueltos al estar amparados por la normativa española. El drama de las pateras, por lo visto, le importa poco al gobierno marroquí. Mientras los españoles seguimos invirtiendo en Marruecos a través de grandes empresas, como telefónica, Dragados y Construcciones, ALSA; así como pequeños empresarios que se han establecido allí para producir sus bienes y servicios por la “mano de obra” tan barata que tienen que abonarles a sus trabajadores.
A parte de estas inversiones, Marruecos sigue recibiendo ayudas económicas y subvenciones de la UE para su desarrollo e incluso, para mayor gloria de nuestros Gobiernos predecesores de España. No pasar por alto el contraste entre las inmensas riquezas del rey de Marruecos y la enorme miseria en la que yace la mayoría de sus súbditos. Y para colmo, la ayudita dada por la UE a sus productos que provienen de sus huertas y campos, en contra de los intereses de los agricultores españoles.
La islamización de España, vía patera o de cualquier otra manera, crece día a día. La ilegalidad y el fenómeno fanático musulmán, crece a unos niveles preocupantes en España y más en comunidades como Cataluña o Andalucía. Donde los norte-africanos nos ven como un país donde tienen cabida todos los que llegan, sea de la manera que sea, y que le damos todos los recursos necesarios para su subsistencia. Pero el problema llega aún más si cabe, en estos años de crisis en España, donde estos inmigrantes indocumentados, están a un paso del radicalismo islámico, por la precariedad en que se encuentran. Comunidades como la catalana o andaluza se recrudece éste fenómeno por falta de trabajo de éstos inmigrantes y donde existen ya cédulas muy peligrosas habitando entre nosotros. Terroristas-islamistas dispuestos a todo, incluso subvencionados, vía asociaciones u Ong”s” afincadas en España de dudosa “culturalidad”, así con fondos del Gobierno español y autonómicos. Nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, han realizado bastantes operaciones en estos últimos años para desarticular a éstas cédulas islámicas en ciudades de la comunidad autónoma catalana, andaluza o vasca; donde han detenido y puesto a disposición judicial a peligrosos islamistas. La Unidad Central de Inteligencia del CNP, está en alerta y a su vez ha detectado en estos años un incremento de estas cédulas en nuestro territorio, según declaran representantes de sindicatos policiales. Como la que realizo un representante de la Confederación Nacional de la Policía a un medio televisivo, y en donde denunciaba extremo y a su vez, y el malestar de los policías por la poca ayuda recibida por algunas administraciones a la hora de sus investigaciones. Como las realizadas por algunos ayuntamientos que se negaban entregarles los “empadronamientos” de indocumentados a los CC. y FF. de S. del Estado. La preocupación existente por nuestros compatriotas por la existencia de estas cédulas dentro de nuestras fronteras es lógica. Una inmigración reglada es lo que deseamos.
Del drama de la patera que llega a las costas andaluzas, con mujeres y menores de edad algunas de éstas y de los que entran por nuestros aeropuertos o carretera, nuestro gobierno debe de tomar mediadas contundentes contra la inmigración ilegal en general y, muy particular contra la que vengan de países islámicos. Medidas como las que se están aplicando por ejemplo en Francia, a raíz del terrorista asesino de los niños y militares en el mes pasado, o Suiza, Austria, etc.
La inmigración ilegal cuando está fuera del control de un Gobierno (normal, teniendo en cuenta que estamos luchando casi solos contra un problema europeo), la primera medida debería ser la repatriación automática de todos los indocumentados para evitar el efecto llamada, para lo cual en los PGE deberían existir partidas expresas para éste tema, pues a la larga costarán mucho más en los servicios que les damos, ayudas y subvenciones de todo tipo que reciben. Después, solucionar el problema desde la raíz, ayudando desde el primer mundo económicamente y forzando a estos países para que se produzca un cambio en sus políticas migratorias y de educación.
Así podrían salir adelante por ellos mismos, con la instauración de un Estado social y de derecho y una democracia bien asentada, así como lo hizo Europa hace dos siglos cuando estábamos invadidos por ellos, y fuera del fundamentalismo a donde están abocados en la actualidad. La solución no es la introducción de estas personas en una sociedad en la que nunca se van a integrar, como ya está demostrado, o incluirlas en guetos de la desesperanza, que en algunos casos ellos mismos crean dentro de nuestras ciudades, donde se fecunda un caldo de cultivo islamísmo-fundamentalísta, donde saltan por los aires cualquier norma de convivencia como ya ocurriera en algunas capitales francesas e incluso españolas, cuando “estalla” algún conflicto por pequeño que sea. Contra ésta salida unilateralmente de las normas de convivencia que nos hemos dado en nuestros Estados democráticos, hay que mantener una actitud de “tolerancia cero”.
Como las “redadas” efectuadas días pasados, en tres ocasiones, ordenadas por el Presidente Francés (realizada de forma electoralista para contrarrestar el aumento de intención de voto de Marine Le Pen) y que conllevaron las consiguientes detenciones de los islamístas-fundamentalístas que habitan en territorio francés, por el simple hecho de simpatizar con los movimientos integristas, aunque sea vía internet. Sin embargo en España, Imanes de Cataluña llaman a la desobediencia civil o cosas más graves, como el de Tarrasa, y nadie dice nada. De esos barros, estos lodos.
Por el momento Europa adquiere rasgos de cierta comunidad neo-pagana, y para más preocupación, la anunciada éstos días en Cataluña por un nuevo partido político que los musulmanes que residen allí (más de 500.000, según cifras oficiosas), han registrado en el Ministerio: Catalunya Ómnium (Cataluña para todos). Entre los objetivos de Catalunya Ómnium se hallan asuntos tan sensibles para un amplio sector de nuestra compatriotas, (con un 75% de católicos españoles según CISC), como es el uso del velo, la construcción de nuevas mezquitas o algunas de las costumbres islámicas que colisionan frontalmente con las leyes españolas, tales como la ablación y la poligamia. Y como enseña la historia, los paganos siempre han perdido frente a las culturas monoteístas; y más en Occidente, donde el cristianismo es un pilar indiscutible de nuestra cultura y civilización. Justo éste papel de “dominante” juega hoy el islam en Europa y a pasos acelerados en España.
Con este laicismo que se ha querido imponer a nuestra sociedad por cierta casta política. Hemos pasado del nacional-catolicismo de hace 35 años, al anticlericalismo más beligerante en la época de 2005-2011, como ya demostró el anterior gobierno y apostillado en su último congreso en Sevilla en partido que lo sustento. Por cierto en éste tema político-religioso, Sevilla capital de una Andalucía en donde se “vive a su manera” la Semana Santa y conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús muy mayoritariamente ( y en donde hay más plazas dedicadas a sus “Vírgenes y “Cristos” que cuadros religiosos en el Vaticano), a ver que hacen los de Izquierda Unida y PSOE en Andalucía a la hora de llevar adelante su programa agnóstico y ateo, más que laico, y si son capaces de quitar nombres religiosos o una Cruz o Virgen de nuestras plazas y calles, en donde en estos días los andaluces “tiramos nuestra fe” por cualquier rincón de nuestra comunidad.