Liga Europea.- El Sevilla pasa con agonía
El Borussia de Dormunt aterrizaba en Sevilla como favorito para ganar la ‘Europe League’ y se marchó eliminado del Sánchez-Pizjuán. Llegaba el equipo alemán como gran líder de la ‘Bundesliga’, sacando 11 puntos al segundo clasificado. El Sevilla encaraba el encuentro en un mar de dudas, con peleas dentro del vestuario y su entrenador cerca de la destitución.
Por verse con el agua al cuello, Gregorio Manzano decidió sacar a la vieja guardia. Jugaron los que podían y tenían valor de enfrentarse a una afición que los recibiría con el cuchillo entre los dientes tras cinco derrotas seguidas. A pesar del frío sevillano, la grada respondió como acostumbra: con cánticos y calentando el ambiente al igual que en pasadas noches mágicas europeas. Por cierto, que sus oponentes arrancaron asientos para atacar a la policía en los prolegómenos del duelo.
Los alemanes pronto podrían más carne al infierno del banquillo sevillista. Kagawa marcó a los cuatro minutos, tras una dejada perfecta de Escudé, que más bien pareció un amigo antes que un rival. Palop, directamente, ni hizo el intento de pararlo. Con los germanos por delante y Manzano camino del INEM, el Sevilla espabiló. Romaric avisó que los silbidos contra él lo motivaban y dio en el larguero. Kanouté decidió que era hora de hacer gala de su clase, cogió un balón en el centro del campo y, tras un rechace, Romaric logró el empate.
La furia del marfileño contrastó con la tranquilidad de su compatriota malí. Porque acto seguido el delantero nervionense puso a los suyos por delante, tras un espléndido cabezazo. Con el 2-1 de la primera parte todo parecía volver a la calma. Pero esto es el Sevilla, un equipo que no conoce el gris y al que le gusta las cosas difíciles. Así que de nuevo en cuatro minutos, esta vez en la reanudación, el Borussia empató tras un saque de esquina mal defendido por Alexis.
Cien partidos en Europa
Las lesiones de Kanouté y Perotti no hicieron más que acrecentar los problemas. Eso lo vio el entrenador Klopp, quien a falta de un cuarto de hora terminó jugando con cinco delanteros. El desgaste se notaba y los rojiblancos rezaban para que no hubiera más jugadas a balón parado.
En los peores momentos fue cuando salió a relucir la figura del árbitro. Quizá con añoranza de su tierra al sentir el frío, el ruso con nombre de arma comunista quiso echar una mano y empezó a pitar faltas a favor de los locales. Eso paró las acometidas finales de los visitantes y la entrada del cuarto central sevillista, Fazio, terminó por controlar todo.
Al final, un punto que vale el pase como segundo para un Sevilla que cumplía cien partidos en Europa y al que se le dan bien los equipos alemanes: nunca ha perdido contra ellos. La alegría final sevillista debe tomarse con tranquilidad, porque a este equipo le queda mucho por mejorar.