El PSOE quiere soltar lastre y recupera el debate sobre las primarias para sustituir a Zapatero
Fue echar la piedra de las primarias en el estanque socialista y las ondas se extendieron por todos los recovecos del partido. El vicesecretario general y, quizás, el dirigente mejor informado de los planes de José Luis Rodríguez Zapatero, consideró que no será necesario poner en marcha ese procedimiento porque el presidente del Gobierno «probablemente» repetirá como candidato. No lo ve así el Partido Socialista de Madrid, que defendió ese sistema de selección de candidatos ya que es un proceso democrático «muy querido» por los militantes.
Los socialistas insisten una y otra vez que no está abierto el debate sobre la sucesión de Zapatero, pero ellos mismos se encargan de alimentarlo. Ayer fue el número dos del partido, José Blanco, el que llamó la atención a José María Barreda por apuntar que las primarias serían el método para elegir candidato si Zapatero decide no presentarse. «Nadie tiene que recordar un procedimiento que está en nuestras normas», comentó el vicesecretario general, aunque a continuación indicó que es poco factible que haya primarias porque el líder del PSOE escuchará «lo que dice la mayoría del partido» y, en su opinión, volverá a ser el candidato.
Blanco se negó a hacer especulaciones en TVE sobre posibles aspirantes a la sucesión del líder del PSOE para las elecciones de 2012, pero en el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba, el nombre que está en boca de todos los socialistas, afirmó que tiene «la mejor opinión» sobre él y tiene «toda la capacidad para ser candidato». El vicepresidente y ministro del Interior, subrayó, es un político de una «talla a la que no estamos muy acostumbrados en nuestro país».
El vicesecretario general del PSOE, de todas maneras, recordó que para que haya primarias tiene que haber, al menos, dos aspirantes que cumplan los requisitos fijados por los estatutos del partido. Las condiciones del PSOE para aspirar a ser candidato a la Presidencia del Gobierno no son fáciles de cumplir. Se exige el aval del 10% de la militancia o el apoyo de la mayoría de la comisión ejecutiva o el aval del comité federal. En cualquiera de los casos, un respaldo amplio.
Opción problemática
Las primarias es la opción más problemática para una amplia mayoría de dirigentes socialistas, aunque el discurso en público sea de respaldo a este procedimiento. Las heridas que se abrieron en el PSOE las elecciones internas de 1998 entre Joaquín Almunia y José Borrell, y más recientemente con la primarias de Madrid entre Trinidad Jiménez y Tomás Gómez, han convencido a los líderes del partido que, con ser el sistema más democrático de todos, es el que genera más problemas porque abre un flanco a las críticas de los adversarios y origina tensiones internas, a veces de difícil recomposición.
En el Partido Socialista de Madrid, sin embargo, son partidarios de ir a la confrontación interna entre candidatos. Su portavoz en la Asamblea regional, Maru Menéndez, respaldó las primarias siempre que Zapatero se retire. Son, dijo, «procesos de democracia interna muy queridos por los militantes» y el resultado es «altamente beneficioso» para el partido.
El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en contra de su costumbre de no esconderse en los debates, prefirió guardar la ropa. Preguntado sobre la conveniencia o no de primarias durante la presencia de una campaña de educación vial en Mérida, respondió al estilo de ‘dónde vienes, manzanas traigo’, y dijo que «en la información que han dado en televisión no dan agua para el fin de semana». Y no comentó nada más al respecto.
Pero el debate sobre las primarias amenaza con convertirse en un dolor de cabeza para la dirección del PSOE, que no quiere ni en pintura que se abra una polémica sobre el asunto.
La opción favorita de un buen número de dirigentes si Zapatero decide no presentarse es despachar el relevo en una reunión del comité federal que apruebe por aclamación la opción de Rubalcaba. Claro que si el presidente resuelve volver a ser cabeza de cartel, no habría discusión y se produciría un cierre de filas.
El mal menor que manejan otros responsables del PSOE es celebrar un congreso del partido -no haría falta que fuera extraordinario- para designar el cabeza de lista para las elecciones generales. Esta alternativa tiene su cara problemática porque abriría la espita a la presentación de más aspirantes y conduciría, por obligación estatutaria, a un proceso de primarias que tiene pocos adeptos en la cúpula del partido.