La familia en crisis, en medio de una perversa crisis
Recuerdo que cuando a finales de 2003 la Conferencia Episcopal Española editó “El Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia de España” hubo un considerable revuelo que acabó convirtiéndose en una agresiva campaña de descalificaciones, insultos,… por parte (¡Qué casualidad!) de los mismos que han descalificado y denigrado al Obispo de Alcalá de Henares (Juan Antonio Reig Pla) por haber tenido la ¿osadía? de hablar de la doctrina de la Iglesia sobre cuestiones tales como la familia, la paternidad, la maternidad, el aborto, la promiscuidad, la homosexualidad, y algunas cosas de las que al entender de los “nuevos gestores de la moral colectiva”, está prohibido hablar, a riesgo de ser tildado de “facha”, retrógrado, y cosas por el estilo; o serle colgada algún tipo de “fobia” (¿Recuerdan cuando una dirigente del PSOE de Galicia dijo aquello de que promover la maternidad y que la gente traiga hijos al mundo es propio de “gente de derechas”…?).
Tanto entonces –en el año 2003, en la última legislatura del Gobierno de José María Aznar- como ahora, la Iglesia Española en general, y la “derecha” apenas se han atrevido a abrir la boca, pues según parece hay que ser más “progres” que la izquierda en asuntos de moral, “buenas costumbres” y cuestiones cívicas en general.
Retomemos el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia de España, de 2003: en el mismo se hace un acertado, preciso, minucioso diagnóstico de la sociedad española del momento, y que aún sigue de plena actualidad (claro que los males de entonces y las causas de tales males, por desgracia se han agravado) Principalmente se hablaba en el texto de la perversa y totalitaria ideología o “perspectiva de género”, de sus consecuencias, de sus objetivos, de sus posibles alcances… El Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia Española daba la voz de alarma, alertaba del proyecto de “reingeniería social” emprendido en España, introducido y promovido por el amigo menos torpe de Alfonso Guerra, proyecto que José María Aznar no se atrevió a cuestionar (para evitar que se le colgara el sambenito de facha y lindezas por el estilo) y que para más INRI, apoyó de manera entusiasta.
El lobby gay y las asociaciones feministas más extremistas, denominadas comúnmente “feminazis”, cargaron entonces contra el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia Española, acusando al Episcopado de cosas tales como alentar el odio contra los homosexuales y disculpar los malos tratos de los que son víctimas las mujeres, e incluso de ser cómplices de los maltratadores…
Al coro de denigradores se sumaron con enorme alegría el PSOE, IU, los denominados “sindicatos de clase” y todas lasa “ongs” del espectro “alternativo” y antisistema (hasta incluso “cristianos y cristianas de base”) como era de esperar.
La jerarquía de la Iglesia Católica de España, asombrosamente, estuvo a un paso de retractarse, acabó guardando el texto en el baúl de los recuerdos; e incluso pasó a dar cobijo a gente afín a la “perspectiva de género” en las parroquias y a hacer apología de tan perversa doctrina antifamiliar, que pretende un sistema totalitario de apartheid por razón de sexo, una “homo dictadura”, en suma: acabar con la civilización judeocristiana.
Se ha llegado a tal extremo que, incluso hay “teólogos y teólogas de género” que proclaman que los evangelios son compatibles con totalitaria ideología de la que vengo hablando (igual que cuando tras el Vaticano II hubo quienes trataron de casar los evangelios con el marxismo, naciendo de ello extraños híbridos que han llegado a nuestros días)
Sorprendentemente, y ¿casualmente?, en las regiones gobernadas por el PP se ha pretendido adelantar al PSOE por la izquierda, llegando algunos de sus gobernantes a convertirse en “la vanguardia del feminismo de género, y génera”, o casi…
El primer texto católico que hace un análisis claro y rotundo acerca de la ideología o perspectiva de género, y su absoluta incompatibilidad con la cultura/civilización judeocristiana, lleva por título “La Ideología de Género. Sus Peligros y Alcances” basado en el informe “La desconstrucción de la mujer” de Dale O’ Leary, y fue elaborado por la Conferencia Episcopal Peruana, merece echársele un vistazo para pasar de tener dudas sobre el “género” a no tener ningún género de dudas… (Es muy fácil “descargárselo en Internet)
En cualquier texto, informe, tal como el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia de España, como el discurso del Obispo de Alcalá de Henares, o el de la Conferencia Episcopal Peruana en el que se alerta sobre la ideología de género y sus peligros, siempre subyacen un conjunto de ideas fundamentales:
Que nuestros hijos no nos han pedido vivir, que no nos han pedido que los trajéramos a este mundo, ni nosotros les hemos pedido permiso para tal cosa. La cosa puede parece una perogrullada, pero tiene una grandísima importancia. Por tal motivo, sus progenitores (padres y madres) contraemos la enorme responsabilidad de conducirlos hasta la edad adulta, es decir hasta que sean suficientemente “sólidos” y autónomos para ocupar su lugar en la Sociedad.
En otras palabras, nuestros hijos al venir a este mundo adquieren una serie de derechos respecto de nosotros, sus progenitores.
Como sería enormemente extenso pasar a exponer el contenido de cada uno de estos “derechos”, dado el poco espacio disponible, voy a centrarme en lo que se refiere a poseer unos padres suficientemente adultos que sean capaces de conducirlos hasta la edad adulta:
No podemos olvidar que cuando un niño nace es un ser frágil, vulnerable; lo será durante toda su infancia, también durante la adolescencia, es decir aproximadamente una veintena de años. Entonces, cuando haya conseguido la madurez suficiente, cuando esté en condiciones de ser autónomo y adulto, podrá abandonar “el nido familiar”.
Mientras tanto, tiene derecho a esperar de sus padres todo lo que necesite para ocupar su lugar en la Sociedad. Necesita aprender, que se le eduque para que “sea el mismo”, sea capaz de tomar las riendas de su vida (tomar decisiones y hacerse responsable de los resultados de sus actos) y comprometerse en la Sociedad. También es necesario que sea educado para “saber vivir en grupo”, en sociedad, y sentirse a gusto en ella. Y como no, “conocer saberes” que le permitan sentirse integrado socialmente.
Como resultado lógico, la Sociedad y los Gobiernos, tienen una serie de obligaciones con los padres. La primera obligación debería ser ayudar a las personas a ser “padres competentes”, aptos para proporcionarle a la Sociedad mujeres y hombres verdaderamente adultos, afectivamente maduros y sólidos.
Nuestra Sociedad está realizando enormes progresos en multitud de ámbitos como la biología, la genética, los medios de comunicación, la informática, la investigación científica… Pero a la misma vez, nuestra Sociedad cada día que pasa está más afectada por la droga, el alcoholismo, los embarazos precoces, el aborto, el suicidio, la violencia, las diversas formas de delincuencia, la marginación social, etc.
Si hurgamos un poco hasta llegar al origen de todos esos males, acabaremos topándonos con dos cuestiones esenciales: la familia y la educación.
Y ¿qué se hace al respecto por parte de los poderes públicos? Cada día es más necesario procurarles a los padres, y sobre todo a los más jóvenes, una formación de base que les permita acompañar a sus hijos hasta la adultez. Cada día es más imprescindible prestar ayuda pública a quienes desean fundar un hogar y tener hijos, para que lo hagan en las mejores condiciones posibles.
Porque, no lo olvidemos, a ser padres se aprende, no es suficiente con lo que hemos recibido de nuestros progenitores.
Los poderes públicos tienen la responsabilidad de ir preparando el porvenir con la anticipación suficiente, no pueden seguir desentendiéndose como hasta ahora, desinteresándose de la familia que es la célula básica de la Sociedad. Es de extrema urgencia proporcionarles una adecuada formación a los padres para que sean educadores competentes.
Y, ¿qué decir de las rupturas matrimoniales y del divorcio?
Los niños tienen derecho a un “hogar completo” en la manera de lo posible, un lugar de amor y de estabilidad. Si no lo tienen, se verán seriamente afectados en el desarrollo de su personalidad. Actualmente se vive una gran inquietud ante el aumento de las rupturas de pareja (en los últimos años, según las estadísticas oficiales, ha habido alrededor de 150.000 separaciones anuales) pero los poderes públicos, por desgracia pocas medidas están tomando para poner freno al verdadero desastre que todo ello supone para los hijos.
La Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño (a la que está adherida el Reino de España) obliga a los Estados partes a que velen por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos. También obliga a los Estados firmantes -como es el caso de España- a respetar el derecho del niño que esté separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño.
En la misma dirección, la Convención sobre los Derechos del Niño obliga a los Estados parte a poner el máximo empeño en garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño, pues incumbe a los padres o, en su caso, a los representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental habrá de ser el interés superior del niño.
Actualmente, la práctica habitual de los Juzgados españoles, de conceder custodias exclusivas, monoparentales (generalmente a las madres) está ocasionando serios perjuicios a los niños, se les está separando contra toda lógica de sus padres. Según parece hay que ser especialmente precavido a la hora de conceder un régimen de custodia compartida, no sea que se perjudique a los menores. Este prejuicio implica, claro está, que la custodia compartida (según los que propagan esta falacia) teóricamente puede perjudicar a los hijos, y por supuesto hay que consentirla de manera excepcional… y además, los que la piden (se supone que quienes la piden son solamente varones) es seguro que tienen objetivos “extraños” que por supuesto nada tienen que ver con el “interés superior del menor”.
Permítaseme preguntar: ¿Hasta cuando va a seguir practicando en los Juzgados de Familia la discriminación por razón de sexo? ¿Hasta cuando va a seguir la inercia de “lo mejor es que se quede con la madre”? ¿Por qué no se toman las mismas precauciones cuando se trata de una custodia exclusiva, monoparental, y materna, como sucede en la mayoría de los casos? El primer y más elemental-fundamental derecho de un niño, no lo olvidemos (aparte del derecho a la vida) es el de tener un padre y una madre. Y la custodia monoparental exclusiva condena a los hijos a una orfandad cruel y estúpida, además de innecesaria.
¿De qué hablamos, cuando hablamos de Custodia Compartida?
Pues, simplemente de que, después de la ruptura de pareja, los progenitores sigan siendo socios en aquello de educar y criar a sus hijos, a pesar de no vivir juntos.
¿Esto es peligroso para los hijos?
La custodia monoparental exclusiva (generalmente materna) fomenta que los niños, que se vean privados de la figura paterna o materna, y que por el desequilibrio que en ellos suscita, sean más proclives al fracaso escolar, al coqueteo con el mundo de la droga, a la delincuencia juvenil, a abandonar el hogar, al suicidio…
Se está conculcando de este modo el derecho de los menores al cuidado y a la educación de ambos progenitores (y por supuesto se está impidiendo un reparto equilibrado de derechos y deberes de cada uno de ellos, madre y padre).
Es especialmente urgente poner la legislación española al día, es imprescindible reformar el Derecho de Familia -¿Se habrá olvidado ya Mariano Rajoy de cuando hablaba de crear un Ministerio de la Familia?- como se viene haciendo ya, desde hace años en los países de nuestro entorno cultural (Francia, Suecia, Canadá, EEUU…) Para que los hijos de padres separados sigan viviendo en concordia, tolerancia y puedan seguir creciendo con alegría a pesar de que sus progenitores vivan separados. El único modelo es la custodia compartida como modelo preferente, un modelo “solidario” entre ex esposos, que aún deben seguir siendo “socios parentales”. Y de paso, también, los niños aprenderán a compartir, a resolver los problemas mediante el mutuo acuerdo, de manera no violenta, a respetarse entre sexos diferentes, a ser solidarios… Merece la pena. Está en juego, nada menos, que el porvenir de nuestra Sociedad.
Conditio sine qua non es la implantación generalizada de la Mediación y Orientación Familiar con carácter obligatorio.