Porque la III República no tiene que ser la II
(Dedicado a Irene Sanz).- En estos días hemos escuchado críticas tan duras como justificadas contra la Monarquía. Lo más sorprendente es que ahora se han unido varios de los cortesanos juancarlistas, pero sólo por como si cazar elefantes invitado por empresarios que se cobrarán sus gastos solo fuera malo porque se hizo con el país arruinado. Vamos, que en bonanza, esa misma acción no resultaría censurable. Muchos también, después del caso Urdangarín-Infanta-Rey, han dicho basta ya, pero callaron desde hace años a pesar de que los desmanes del Rey vienen siendo habituales desde que es príncipe. Los menos, han seguido defendiendo a Juan Carlos I, justificando su viaje con la sencilla estupidez de que era privado…
No nos interesa hoy tanto la polémica sino un análisis profundo de la posibilidad de una República sensata y razonable, por cuanto, a pesar de los desmanes, las comisiones, los regalazos, las mujeres y las cazas, muchos siguen defendiendo a una institución desprestigiada por los que deberían dignificarla, sólo por el miedo que tienen a que ocurra algo semejante a lo ocurrido con la II República, es decir, que la izquierda se adueñe de sus destinos. Es lamentable –tan lamentable como absurdo- que cuando hubo oportunidad de restaurar una Monarquía auténtica fuera el propio Rey el que se echara en manos de los enemigos de la Corona. Pero no tengo hoy espacio para explicar lo que es inexplicable sin recurrir a estas tramas secretas que medran en la oscuridad mediante el chantaje y la amenaza…
Pero de venir la República, más nos vale estar preparados precisamente para que no ocurra el desastre. Es más, estoy convencido de que la derecha conservadora, tradicional, liberal –todas las que sean nacionales- deben, por España, articular una alternativa republicana cuanto antes que no deje paso a lo que la izquierda sin duda quiere imponer. Porque existen alternativas al proyecto totalitario de la izquierda que pedirá la República, como en 1931, si le conviene a sus planes y si la comodona derecha no se defiende.
Ya hemos comentado aquí el libro profético ¿Hacia la III República? escrito en 1979 por mi abuelo Blas Piñar. Si el Rey lo hubiera leído, podría haber evitado lo que le tienen preparado, desde hace años, sus amigotes, pero realmente adversarios, de la izquierda…
Transcribo unos párrafos, de 1979 -repito-; tomen asiento y respiren:
Si no fuera posible una Monarquía tradicional y representativa, sería preferible una República presidencialista al servicio de la Patria, que una Monarquía degradada que no tuviera de Monarquía más que el nombre y la Corona.
Es inexacto el antinomio Monarquía-República, porque lo contrario de la Monarquía es la poliarquía. Es cierto que en el lenguaje vulgar se oponen por las amargas experiencias de 1873 y 1931, identificándose la República con el caos y la desintegración nacional; pero que ello sea así no obliga a dislocar el debate.
Partimos de que la Monarquía lo es sobretodo por el hecho de que en ella existe unidad de poder. Por ejemplo, la Iglesia Católica, en su estructura visible es una Monarquía con un llamamiento vitalicio por elección.
Cuando Luis XIV dijo “el Estado soy yo” la Monarquía dejó de serlo. El absolutismo se importó a España durante el siglo XVIII acabando con la Monarquía auténtica. Para limar su poder, se introdujo, con el liberalismo, la ruptura de la unidad de poder mediante la división de poderes. En la Monarquía liberal el Rey reina pero no gobierna y por tanto es irresponsable. La Monarquía auténtica debe tener poder y unidad de mando, aunque luego ese poder tenga varias funciones: legislativa, ejecutiva, y judicial. Y la Monarquía actual no es la auténtica, sino que es laica, liberal, partitocrática y parlamentaria.
La alternativa a la Monarquía actual es una fórmula que no se ha probado en España: la República presidencialista, que puede ser una solución monárquica: si la Monarquía liberal es una República coronada, la República presidencialista es una Monarquía sin Rey. Lo que distingue a la auténtica Monarquía es la unidad de poder y la sucesión pero lo que la garantiza es lo primero.
Es evidente que tenemos todo un campo por explorar y que, seguramente, allí se esconda el secreto de la auténtica democracia que urge en España.
*Para profundizar más en este asunto tan interesante, se puede adquirir el libro de mi abuelo llamando por las mañanas de días laborables en el 915766897 y en la web: http://www.libros-antiguos-alcana.com/ficha-+hacia+la+iii+republica+-pinar+blas-182310