Zapatero, ‘alarmado’ y ‘alarmante’
Si se incendia la casa hay que llamar a los bomberos, aunque luego estos te la inunden y la dejen perdida. Todo antes que los vecinos se quemen. Y la decisión, naturalmente, la apoyará toda la comunidad de vecinos. Es parecido a lo que ha hecho Zapetero ante la amenaza de los controladores aéreos.
Pero, inmediatamente después, hay que buscar las causas del incendio. Aclarar si ha habido imprevisión, imprudencia, temeraria o no, o algún pirómano. En este caso seguramente ha habido de todo. Y un Zapatero alarmado ha decretado el estado de “alarma”, que es algo muy excepcional y el último recurso, como el de llamar a los bomberos cuando las llamas ya han prendido el edificio. Por esto no se le puede criticar mucho, pese la discutible proporcionalidad y constitucionalidad de la medida en este caso concreto.
Lo que se le puede echar en cara es no haber previsto y calculado bien la posibilidad del plante de los controladores cuando se lleva años en conflicto con ellos y han llevado a cabo hechos parecidos en diversas ocasiones. Y, sobre todo, no haber sabido encontrar soluciones a este grave problema laboral, que se arrastra de mucho tiempo y por muchos gobiernos. Ni se ha sabido negociar ni se han previsto soluciones normales o especiales y contundentes de emergencia, para el caso de no llegar a acuerdos viables.
Por otro lado, ha habido imprudencia manifiesta al modificar puntos de los convenios laborales con los controladores precisamente en vísperas de un puente festivo tan largo y significativo, en que muchos miles de ciudadanos se desplazan en avión. Y, encima, estas modificaciones o puntualizaciones y la respuesta a la inadmisible reacción de un cuerpo muy especial de funcionarios, han sido hechas en un tono de desafió y de descalificación colectiva y pública de este cuerpo de trabajadores altamente especializados y con una fuerza estratégica de primer orden. Maneras de actuar muy propias del ministro Blanco, muy prepotente y verbalmente agresivo, lo que lleva a pensar que le pasa algo, quizás algún complejo que le lleva a utilizar estas maneras tan ásperas de hablar y de tratar ciertos temas. Una cosa es la firmeza y otra el desafió; aquella es necesaria, lo último es provocador. Un ministro nunca debe actuar como de pirómano…,y menos en asuntos tan delicados.
Se entiende que “alarmado” por los acontecimientos, el presidente Zapatero decidiera, a última hora, recurrir a la declaración excepcional del “estado de alarma”, con la “militarización” de las torres de control, con todo lo que esto supone. Pero esto es la mayor constatación de un fracaso en el terreno político y laboral de la negociación. Y cabe preguntarse ¿con qué estado de ánimo, con qué serenidad, deben estar trabajando ahora en su delicada tarea estos funcionarios con su “militarizaciön” y la amenaza de importantísimas sanciones y penas, incluidas las de cárcel? Y después de que (no sin razones) con insistencia, se les ha insultado y echado en contra a toda la opinión pública. Esta situación psicológica ¿es garantía de seguridad de los pasajeros?
El “alarmado” Zapatero sigue sin ver o sin encontrar, por ahora, otra solución que prorrogar durante un mes esta “alarma”, lo cual pueda que sea necesario, pero es también “alarmante”. Porque en estas circunstancias de excepción prolongada será imposible llegar a un acuerdo razonable con los controladores, con lo cual se va aplazando una verdadera solución en un terreno esencialmente política y laboral. Una extraña declaración “preventiva” de la “alarma” para un mes, nuevamente evidencia una incapacidad de resolver las cosas en el marco que les corresponde.
Se comprende que Zapatero, que ha cambiado su famoso talante por gobernar a golpe de decretazo y estados de “alarma”, esté desorientado y “alarmado”, pero precisamente este estado de ánimo y forma de actuar resulta “alarmante” para todos. Como alguien ha dicho: con Zapatero el país está viviendo, por una cosa u otra, en un permanente estado de “alarma”. Alarmante!
Wifredo Espina