Nabila Achir lloró ayer cuando escuchó el veredicto del portavoz del jurado.

Los miembros del tribunal popular que han juzgado a Nabila Achir han sido implacables con la acusada. En su veredicto consideran a la joven marroquí de 23 años de edad culpable de haber incendiado su casa de Melgosa (Burgos) y de haber matado con ello a su marido, Abdeliziz Bakkali ‘Asís’. Además, rechazan que hubiera recibido malos tratos de su esposo y creen acreditado que cometió los hechos tras preconcebir un plan.

Por tanto, el jurado la considera responsable de un delito de asesinato con la agravante de parentesco, por el que tanto Fiscalía como la acusación particular siguen solicitando 18 años de prisión más uno por el delito de incendio. La abogada defensora pedía su absolución.

La imputada ideó «la forma de deshacerse de su marido, para lo cual el 14 de febrero de 2011 fue al médico y, simulando que tenía problemas para conciliar el sueño, consiguió que le recetase un ansiolítico y un antidepresivo», pero, curiosamente, solo compró el primer medicamento, que provoca somnolencia. Dicho sedante, considera el jurado, se lo «suministró en la cena a su esposo, bien en la bebida o bien en la comida, con el fin de provocarle sueño».

No entiende el tribunal popular que solicitara a la médico de cabecera permiso para que se lo tomara también ‘Asís’ cuando éste no tenía ningún precedente de depresión (ella sí, pero había dejado el tratamiento hacía más de un año). El detonante de todo fue que la joven deseaba separarse de su marido «pero no le era posible debido a la religión musulmana».

El viaje con sus niñas hasta la capital burgalesa para acudir a Urgencias del hospital Yagüe «fue un pretexto», porque el enrojecimiento de garganta que le diagnosticaron a su hija menor «no requería la urgencia de un desplazamiento así, en una noche de nevada y las niñas vestidas de forma inapropiada».

El tribunal popular concede validez a la tesis de los tiempos que mantuvo la Guardia Civil. Nabila llegó a Melgosa del hospital a las 23,40, y a las 23,30, su vecino César pasó por delante de la casa y «ni vio el coche de la acusada ni fuego en la vivienda». Por tanto, a la hora en que aparcó su vehículo frente a la casa comprobó que su marido dormía, encendió un cigarrillo y lo aplicó entre la madera y la espuma del sofá, al lado de la cabeza de ‘Asís’. Esperó a que hiciera llama y se marchó. Asimismo, conceden todo el crédito a la confesión de los hechos que Nabila hizo ante la Benemérita y el juzgado de Instrucción, «pues ella misma admitió que declaró sin presión».

Dan por bueno el testimonio de los investigadores de incendios de la Guardia Civil cuando dijeron que en 15 minutos se podía originar fuego y humo capaces de matar a una persona. La víctima logró despertarse, abrir el grifo para intentar sofocar las llamas, pero se desmayó por la inhalación de monóxido de carbono. Fallecería a las 24,00 horas.

Sin eximentes

Cabía la posibilidad de que el jurado la considerara responsable de haber dado muerte a su marido, pero acuciada por un estado de necesidad y un miedo insuperable. Sin embargo, el jurado rechazó también estas eximentes por no estimar acreditado que padeciera malos tratos. Fundamentan su decisión, sobre todo, en la declaración de los forenses que la trataron tras ser detenida, quienes en el juicio señalaron que no presentaba signos de estrés postraumático, la dolencia más característica de las víctimas de violencia de género. No consideran acreditado que el fallecido golpeara a sus hijas.