Un ejemplo claro de la degeneración intelectual de los “pensadores” franceses. Francia va camino de la barbarie. Dentro de poco alguien propondrá las uniones múltiples entre humanos de distinto sexo y animales de distintas especies. Esto en el país de San Luis, Descartes, Juana de Arco, Pascal, Pasteur, Marie Curie… Reproducimos lo que piensa el sexólogo progresista Lionel Labosse, quien plantea una nueva modalidad de matrimonio múltiple. Este es el corrosivo texto:

“Después de la elección de François Hollande, el “matrimonio gay” parece inminente. Propongo, en lugar de abrir el matrimonio a otra opciones distintas a la tradicional, suprimirlo, o mejor dicho confundirlo con el “Pacs” en un contrato universal abierto a mayores posibilidades. (Pacs: Pacto civil de solidaridad. Es un contrato establecido entre dos personas mayores de sexo distinto o del mismo sexo para organizar sus vidas en común).

Contrariamente a lo que dicen los partidarios del matrimonio gay el Pacs no es una “forma inferior” de matrimonio sino una “forma superior” de matrimonio. Es por eso que sería mejor que el matrimonio se equiparara al Pacs y no al revés, siempre conservando este último sus ventajas. ¿La prueba de ello? Su increíble éxito entre los heterosexuales, al punto que el Pacs pronto superará al número de matrimonios tradicionales. Antes incluso de este contrato universal se debería obtener dos mínimas reformas al Pacs. La primera de esas reformas sería la de permitir la opción de añadir una ceremonia religiosa al Pacs, y la segunda sería la de no obligar a las parejas compuestas por un francés y un extranjero a casarse para obtener la naturalización de este segundo.

Antes de 1981 la homosexualidad era un tabú. Llegó François Miterrand y el homosexual dejó de ser un paria. La “intelligentsia” francesa se buscó otra frontera: el polígamo. Sin embargo no es la poligamia lo que este contrato universal permitiría, sino el “poliamor”, ya sea sexual o no.

¿Pero no hay acaso un abismo entre condenar la poligamia sexista y limitar a dos los tipos de uniones legales? Un contrato universal haría posible las uniones en las que los contrayentes estarían en igualdad de condiciones. El trío o el “ménage à trois” sería un posibilidad, un contrato de esa naturaleza sería una alternativa al divorcio y una solución a muchos dramas.

Los militantes homosexuales que se denominan a si mismos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) reclaman en nombre de la igualdad una institución matrimonial que excluye de hecho a los bisexuales, o por lo menos los obliga a renunciar, en un contrato de por vida, a una de las dos inclinaciones de su sexualidad, es decir dejar de ser bi para ser homo o hetero, a menos de ser infiel. ¿Pero entonces para qué casarse?

El matrimonio monógamo es, luego, “bífobo” (contra los bisexuales), y los que lo reclaman y no reclaman más que eso también lo son a pesar de sus filigranas retóricas. Un contrato universal de 3 o 4 constituiría el marco ideal para lo que llamamos la “homoparentalidad”.

¿Cuántas combinaciones de gays y lesbianas vueltas posibles por la poesía de los anuncios de contactos se enfrentan al cabo de algunos años a la prosa de las contingencias y desembocan en la alienación ya sea del padre biológico, reducido a la condición de donante de esperma, ya sea de la madre, que ha prestado su vientre?

Gracias al contrato universal, se formarían mini comunidades, familias agrandadas, convivencias de inmigrantes a salvo de la rapacidad de los que lucran con sus necesidades de vivienda, que podrían adquirir juntos un lugar de vida y crear una unión perenne. Me parece injusto que parejas de personas beneficien de deducciones de impuestos y de ventajas diversas con el único pretexto de estar casadas, o viviendo en Pacs, en detrimento de los solteros. ¿No es tiempo ya de clarificar las distintas opciones de vida en común mediante un contrato universal, que ponga condiciones igualitarias para todos y no dé ventajas a unos en detrimento de otros?

Acoger niños, tener una persona para cuidarla, por poner unos ejemplos, me parecen razones legítimas para beneficiarse de derechos, antes que simplemente vivir en pareja, lo que ya constituye una ventaja respecto de los solteros, que no pueden reducir gastos cotidianos por su condición. En lugar de atascarse en la vía sin salida del matrimonio, propongo reflexionar sobre un contrato universal que nos llevará hacia una sociedad más libre, más igualitaria, más fraternal”.