La democracia española impone el miedo
Todos decimos que el miedo es la perturbación que causa en nuestro ánimo un riesgo real o imaginario, o, si queremos, la sensación que nos recorre cuando cabe la posibilidad de que ocurra algo contrario a nuestros deseos o aspiraciones. Miedo, lo que se dice miedo, tanto el cerval y sublime como el de ciscarse, no debe tenerse ni sentirse en una democracia. Como se dice tópicamente, la democracia es un régimen político en el cual, si llaman a nuestra puerta a las cuatro de la mañana, no puede ser nadie más que el lechero. O sea, que la libertad, restadas las leyes, preside nuestra vida.
Sin embargo, en la democracia española hay miedo. Hay miedo, ahora menos, en el País Vasco donde o te mato, o te rindes o te vas. Hay miedo en Cataluña donde si dices NO al Estatuto o te vas o te pego o te echo o te multo. Y hay otros miedos consistentes en que si no haces lo que el poder dice, no te va bien en la vida. Hay miedo cuando pensamos en Rubalcaba y su trayectoria.
Para el PSOE, en Andalucía no hay miedo alguno. Esto es Eldorado, el Paraíso, el cielo protector. Y sin embargo, el miedo está extendido. Aún hoy, con un régimen tambaleante, no se habla en voz alta de los grandes asuntos, ni se critica en públicamente al gobierno del régimen, ni, si se es empresario, osa uno “meterse en política”. Incluso hay quienes antes de decirte al oído algo miran a su alrededor por si acaso. Es más, hay voces del régimen que le destilan a uno al oído: “No te va a ir bien si sigues por ese camino”. Y en efecto, uno se la juega cuando decide decir en voz alta lo que piensa. Altos funcionarios esconden su identidad bajo pseudónimos cuando desean expresar sus opiniones sobre el Decretazo de Griñán, por ejemplo.
El miedo existe y existe hasta un punto que es difícil de precisar, pero ese miedo es conocido incluso por la militancia socialista. Se contaba en una web del PSOE que, cuando hay oposición interna, los actuales cargos socialistas utilizan los “puestos de trabajo” para castigar a los disidentes. Ya saben, es la herencia de aquello de que “quien se mueva no sale en la foto”, ni encuentra un trabajo, ni consigue subir en las listas, ni nada.
El miedo existente en Andalucía es, con todo, más sutil. Se trata de contratos, certámenes o premios, oposiciones, concursos, relaciones de puestos de trabajo, subvenciones, actuaciones artísticas, obras…Todo eso puede ser puesto en peligro si un día el nombre de alguien se asocia a una actividad crítica con el Partido Socialista.
Cuenta Diógenes Laercio en su “Vida de los Filósofos más ilustres” que Solón, oponiéndose a la tiranía de su pariente, Pisístrato, exclamó: “«Oh atenienses, yo soy entre vosotros más sabio que unos y más valeroso que otros; soy más sabio que los que no advierten lo que fragua Pisístrato, y más valeroso que los que lo conocen y callan por miedo». Pues eso.
Que tras 35 años de democracia, asuntos como comer o no comer, progresar o no progresar, obtener un puesto o no, lograr o no un contrato, dependa más de los partidos que de nuestra inteligencia y de la ley ya nos confirma el fracaso del actual modelo político. Algo para meditar muy a fondo.
ESTO DEMUESTRA QUE EN NUESTRA QUERIDA ESPAÑA, LA POLITICA Y LA JUSTICIA, VAN DE LA MANO, QUE LE ESTARA DICIENDO EL IMPRESENTABLE DE CANDIDO AL MONO AL OIDO?UNA IMAGEN VALE MAS QUE MIL PALABRAS