El Parlamento como plató
Me he planteado ser más positiva, mirar siempre la botella medio llena y analizar todos los acontecimientos en su justa medida, sin apasionamientos en contra o a favor. Con todo ello pretendo evitarme disgustos y, posiblemente, ser bastante más justa. Pero parece que los astros se posicionan en contra de mi deseada distancia en la perspectiva. O no. A lo mejor es que resulta inevitable percibir las cosas como son.
En Andalucía llevamos 17 años sin comisiones de investigación. El Partido Socialista las ha impedido sin tregua, votando en contra en el Parlamento autonómico. La formación política a la que pertenezco ha sido la responsable de casi todas las peticiones frustradas. Simplemente con el fraude de los ERES, son innumerables las ocasiones en las que hemos solicitado la apertura de una investigación cosechando una y otra vez la reacción airada y opuesta del partido gobernante.
Ahora hay un bipartito que se denomina progresista. Los socios comunistas que apuntalan al PSOE para entre ambos formar gobierno, han tenido un alarde de transparencia durante la campaña electoral de las últimas elecciones andaluzas. Presumieron de ética y sinceridad como herramientas imprescindibles en nuestra tierra, tan castigada por la corrupción.
El mantenimiento de exigencias transparentes se ha complicado. El pacto con el PSOE para llegar al gobierno habrá supuesto contraprestaciones por ambas partes. Y concretamente a IU le ha compensado más su debut en tres consejerías que combatir el delito y reivindicar la honradez. Registran una petición de comisión de investigación para esclarecer los ERES, el famoso “fondo de reptiles” y todo lo que parte de ese hatillo camuflado. Más de 1.500M de euros, que sepamos, se han regalado sin criterios objetivos, sin control y con el ánimo de favorecer a los afines.
A IU todo este escándalo ya no le resulta prioritario. Siguen adelante con la comisión, pero hablan de que no será una cacería, de que hay que ir poco a poco y de que no se van a prestar al juego del PP. Todo suena a curarse en salud, a buscar excusas para ayudar a los amigos que le permiten por primera vez participar de un gobierno tan ansiado como inundado de corrupción.
Y como todo puede pervertirse, la comisión de investigación casi dos décadas después, se convertirá en la coartada necesaria para aportar oxígeno a los responsables de la barbaridad y el expolio. Será la válvula de escape de políticos causantes de un daño infinito. Blanqueará el trabajo sucio de demasiados compinches con un fin común perfectamente planificado. Disimulará la trama orquestada para llevarse el dinero público a los bolsillos de personas determinadas.
Es la perversión de la Democracia. Si se vetan comparecencias, si se consensuan las preguntas y se acuerdan las respuestas, los resultados constituirán una farsa avalada por la Cámara de representación de los andaluces. Se habrá decidido que los culpables no lo son y su imagen quedará lavada ante la opinión pública por la mayoría parlamentaria.
La juez que instruye el caso, la Guardia Civil, la Cámara de Cuentas, el ex interventor general de la Junta de Andalucía apuntan en la misma dirección: Chaves y Griñán, así como sus consejeros. Aseguran que conocían perfectamente la trama ideada para el fraude con un saco sin fondo de dinero público. IU llama cacería a averiguar sin cortapisas ni censura previa cómo se mantuvo el sistema durante más de una década, cómo pudo implicarse un gobierno al completo, cómo un director general tras otro utilizaban los mismos procedimientos ilegales. Y ayudará a que los sospechosos más encumbrados no comparezcan o lo hagan con aliños diseñados.
La comisión se convierte en un teatro macabro con final feliz para los corruptos. La comisión, lejos de su auténtica razón de ser, se aprueba para proteger culpables. La comisión supondrá la prueba del algodón para la transparencia de IU, más dispuesta a favorecer al PSOE que a descubrir responsabilidades.
Y todavía tenemos que oír a Chaves y Griñán destilando cinismo. Aseguran con grandilocuencia democrática que comparecerán si lo estima el Parlamento. Pero se les olvida un pequeño matiz. No aclaran que el Parlamento lo controlan ellos y en consecuencia sólo decidirá lo que interese a sus fines personales.
El Parlamento se utilizará como plató, coartada y cobijo.
*Alcaldesa de Fuengirola.